¿Crees que el sentimiento de agobio está normalizado en las sociedades actuales?, ¿alguna vez conociste a alguien que lograba no agobiarse ante ningún tipo de situación?, y por último, ¿te gustaría saber cómo llegar a ser esa persona?
[dropcap]C[/dropcap]uando unas vacaciones tocan a su fin y nos planteamos recomenzar la actividad habitual, surgen otra vez a la luz de la conciencia los problemas que habíamos creído enterrar con la partida. Uno de esos problemas se resume en una palabra que, cada vez, escuchamos más en boca de la gente: el agobio.
No sabemos descansar realmente.
El trabajo es agobio, el estudio es agobio, lo son también las obligaciones contraídas, los mil compromisos por los que debemos responder, las complicaciones que no sabemos resolver… Es como si las vacaciones no hubiesen servido para nada, como si el descanso de unos pocos o muchos días se hubiera borrado ante la sola idea de lo que nos espera.
Pero ¿es que realmente sabemos descansar? ¿O interpretamos como descanso el hecho de hacer poco y nada, de no pensar, de asumir una personalidad diferente a la del resto del año? Así, evidentemente, no descansamos. Así, tan solo escapamos por un breve lapso de tiempo, escondiéndonos del cúmulo de cosas que nos esperan a la vuelta para volvernos a agobiar; caemos en las garras de la angustia y nos sentimos atrapados por las necesidades que, reales o no, nos ha ido poniendo la vida.
Interpretamos como descanso el hecho de hacer poco y nada, de no pensar, de asumir una personalidad diferente a la del resto del año.Delia Steinverg
La historia se repite en diferentes escenarios. ¿Por qué?
Nos agobian las obligaciones y aun los derechos que muchas veces no sabemos cómo ejercer ni en qué consisten. No nos queda más remedio que hundirnos en la vorágine y anhelar que pasen los meses para que lleguen las próximas vacaciones, que imaginamos mejores que las presentes, aquellas que verdaderamente nos darán la oportunidad de descansar.
Sin embargo, año tras año se repite la misma historia.
Como ya nos decían los filósofos estoicos en el siglo III a.c, el problema está en nosotros y no fuera de nosotros. Es imposible viajar y alejarse de las preocupaciones habituales, puesto que ellas vendrán indudablemente en nuestra maleta. En este caso, de nada vale poner distancias de por medio ni dejar la mente «en blanco». Nosotros mismos nos convertimos en nuestros propios enemigos y somos la causa de nuestro detestado agobio.
No es cuestión de cambiar de sitio ni de proponerse un descanso sin participar activa e inteligentemente en él.
Espero que tras esta meditación surjan respuestas esclarecedoras para resolver el agobio que nos envuelve como bruma impenetrable.
Espero que descubramos que nos atrapan las cosas, no por su cantidad, sino por su intrascendencia: el hacer mucho que no conduce a nada, el moverse constantemente sin saber bien hacia dónde, el no tener metas definidas, o si lo son, pecar en cambio de impracticables. Así el hombre interior muere ahogado por una absurda construcción, que, se supone se hizo para la propia protección, para el desarrollo personal.
Nos atrapan las cosas, no por su cantidad, sino por su intrascendencia: el hacer mucho que no conduce a nada, el moverse constantemente sin saber bien hacia dónde…Delia Steinverg
- Bibliografía:
– Extracto sacado del libro: Reflexiones de un filósofo, Delia S.G. (2002)