“¿Para que estoy aquí? ¿Tiene algún propósito todo esto?”
Prueba esto: te enamoras de una persona y tienes un sentimiento auténticamente único cuando estás a su lado. Cuando le estés besando, hazte la pregunta: ¿cuál es el propósito de esto?; en el mismo momento en el que te preguntes eso, dejas de existir, desaparece tu presencia por completo, dejas de sentir los besos como los estabas sintiendo antes de hacerte la pregunta. ¿Por qué pasa esto?
Nos vamos a ahora otra situación. Imagina, que estás viendo una impresionante puesta de sol, con esos colores rojos anaranjados entremezclados formando una calidez única… y de repente te preguntas: ¿cuál es el propósito de esto? Vuelves a dejar de estar ahí, pasas de sentir lo que era la puesta de sol, (te sentías realmente como si fueras ella, eráis uno), a un estado mental vacío en el que sientes que falta algo y no es nada más, que tu presencia de nuevo.
¿Te ha pasado alguna vez? Te leo en los comentarios.
Pero entonces, ¿en la vida nada tiene un propósito real?
Permíteme decirte una cosa: no seas demasiado intencionado. No siempre pienses: ¿cuál es el propósito de esto? Porque en el momento en el que le buscas el propósito a algo, pierde sentido. No creas en mis palabras, compruébalo.
La vida no tiene ningún propósito. Vivir es su propio propósito. No es un medio para algún fin, es un fin en sí mismo. En el momento en el que intentas racionalizar al vivir en sí mismo, te desconectas de la vida al instante. La persona que realmente quiere vivir, tiene que deshacerse de la idea de propósito,
tiene que simplemente disfrutar de decidir vivir lo que está viviendo en ese mismo momento con absoluta presencia y agradecimiento.
Recuerda que: cuando verbalices, desaparecerás de la experiencia. Si quieres vivir algo en SU TOTALIDAD, no vayas a tu mente, simplemente siente.