¿Qué merece la pena hoy en día?, ¿han perdido valor cosas que antes eran de vital importancia?, y por último, ¿qué criterios utilizamos para determinar qué vale la pena y qué no?
[dropcap]A[/dropcap] menudo nos preguntamos qué es lo que merece la pena vivir, pues muchas veces tropezamos con la ya conocida expresión de «esto no merece la pena». Es como si la vida nos pusiera delante un surtido escaparate en el cual debemos elegir entre aquellas cosas que tienen interés para nosotros y las que importan poco y nada.
Todo supone esfuerzo. No todo vale la pena.
Algo de eso hay. Y nos llama la atención el hecho de que, elijamos lo que elijamos, todo supone penas, esfuerzos, solo que algunas cosas lo merecen y otras no.
¿Qué es, pues, lo que hoy merece la pena?
En primer lugar, se trata de resolver la situación humana aquí y ahora, en el sentido puramente material y confortable de la cuestión. Sentir o pensar en profundidad sólo trae complicaciones que, por supuesto, no compensan nuestras penas. En general, interesa dejarse llevar por la corriente, adaptarse a las opiniones aceptadas, llenar de vacío las horas vacías, para que no se note que están vacías. Vocaciones, investigación, autoconocimiento, amor, amistad… eso ya «no se lleva», no merece la pena, no rinde nada en una sociedad que casi no valora esos productos.
Merece la pena quien te la quita.La vida
Hay cosas que merecen la pena
Pero, si reflexionamos un poco más, comprobaremos que hay cosas que siempre han merecido y siguen mereciendo la pena: son aquellas que perduran, las que no desaparecen rápidamente, las que son nuestras compañeras tanto hoy como mañana.
Merece la pena el conocernos a nosotros mismos como seres humanos con conciencia, pues lo que en este sentido se aprende, con toda seguridad perdura, y nadie nos lo puede quitar.
Cuanto más nos acercamos –por razón o por intuición– a las verdades importantes, en cuanto a ideas estables y de peso, más seguros estamos de nosotros mismos, y eso sí merece la pena.
Cuanto más conocemos y comprendemos a la gente y sus problemas, más afectos y amistades tenemos en nuestro haber y, aunque no sean perdurables en todos los casos, también merece la pena.
Dedicar la vida a una ocupación útil para uno mismo y para los demás es darle sentido a la existencia, y eso merece asimismo la pena, pues dura tanto como nuestros años sobre la Tierra.
Dedicar la vida a una ocupación útil para uno mismo y para los demás es darle sentido a la existencia.Delia S. Guzmán
- Bibliografia:
– Extracto sacado del libro: Reflexiones de un filósofo, Delia S.G. (2002)